Al igual que el resto de América Latina, Chile está
inmerso en la reforma de su sistema de justicia criminal. Dicha reforma tiene
componentes muy similares a los que configuran el cambio en el resto de la
región: la sustitución del sistema inquisitivo por uno de raigambre acusatoria,
la separación de funciones entre la investigación y el juzgamiento, la
radicación de la investigación en un Ministerio Público, la creación de
tribunales de control de la investigación como cosa distinta de los tribunales
de juzgamiento y la instauración de juicios orales. Tras varios años de
discusión parlamentaria, el Ministerio Público chileno fue creado en el año
1999. En diciembre del año 2000, la reforma entró en vigencia en la primera
zona de implementación, compuesta por dos de las trece regiones de Chile. El
resto del país irá implementando la reforma de acuerdo con un plan gradual que
operará en fases anuales, por los próximos tres años.
La reforma procesal penal en Chile ha tenido un efecto
secundario imprevisto en sus orígenes, que comienza sin embargo a presentarse
como una importante transformación adicional de nuestra cultura jurídica: las
exigencias de la reforma en materia de capacitación están desarrollando un
nuevo paradigma de enseñanza legal, que amenaza lentamente con empezar a
desplazar al tradicional sistema de enseñanza del derecho en nuestro país, al
menos en el área procesal-penal. Este texto trata sobre este resultado
colateral, en la convicción de que la cultura jurídica chilena y el sistema de
enseñanza legal que la origina comparte ampliamente características con el
resto de América Latina.
Capacitación e
incentivos
Tradicionalmente, la preparación de nuestros operadores de
justicia criminal tras la enseñanza de pre-grado ha estado entregada a un
sistema más o menos artesanal, que, puesto en relación con las evidentes y superabundantes
necesidades de capacitación de la justicia criminal en nuestra región, equivale
bastante a afirmar que nuestra cultura jurídica no se ha tomado realmente en
serio la capacitación de los operadores de dicho sistema. En el caso de los
jueces, la capacitación sistemática o ha empezado sólo recientemente con la
creación de Academias Judiciales en ciertos países, o no existe del todo. La
defensa penal pública y el Ministerio Público, a su turno, integran con
frecuencia el Poder Judicial y comparten por lo mismo las características de su
capacitación, o bien tienen una existencia que no permite ningún esfuerzo de
capacitación adicional (por ejemplo en Chile, hasta ahora, la Defensa Penal
Pública está mayoritariamente a cargo de estudiantes de derecho recién
egresados, que transitan en práctica por seis meses y luego abandonan la
institución) o, por último, no existen del todo (como el caso del Ministerio
Público chileno, que desapareció del juicio penal hace ya décadas). Los
abogados penalistas, a su turno, no han contado más que con un muy precario,
desarticulado y reciente mercado de capacitación de post-grado en el área, en
los países que de hecho cuentan con alguno.
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Un nuevo enfoque pedagógico para la capacitación judicial en América Latina
La capacitación interinstitucional en la reforma de la justicia criminal en Chile